En un entorno regulatorio cada vez más complejo y en un clima financiero como el actual las reclamaciones contra consejeros y directivos de empresas están proliferando.
Cada vez estamos más expuestos por nuestras actuaciones y toma de decisiones. Somos responsables, legalmente, frente a la sociedad, los accionistas, los acreedores sociales y ante cualquier otro al que podamos perjudicar, y podemos llegar a responder de forma solidaria con nuestro propio patrimonio personal.
Ante esta situación, es de vital importancia proteger a aquellos, administradores y directivos, que tienen y deben tomar decisiones, no precisamente fáciles, cada día. Su independencia, su capacidad de decisión, y su arrojo no deben verse condicionadas.